La implementación del acuerdo de rehenes el domingo ha evocado una amplia gama de emociones poderosas entre los israelíes y los judíos en todo el mundo. Todos quieren ver a los rehenes (a todos ellos) regresar a casa. Al mismo tiempo, el público israelí, moldeado por experiencias pasadas, entiende el alto precio de liberar asesinos y las graves consecuencias de seguridad que tales liberaciones pueden implicar.
Este acuerdo inevitablemente trae de vuelta recuerdos del intercambio de Gilad Shalit de 2011, donde más de 1,000 terroristas fueron liberados, incluido Yahya Sinwar. Las consecuencias catastróficas de ese acuerdo influenciaron directamente los eventos del 7 de octubre.
En las últimas semanas, se me ha preguntado repetidamente si apoyo o me opongo al acuerdo. La compleja realidad ante nosotros no puede reducirse a respuestas en blanco y negro. Israel está inmerso en una guerra de independencia que moldeará su futuro durante generaciones. En esta guerra, debemos prevalecer en todos los frentes, especialmente en Gaza, donde se han establecido tres objetivos claros: erradicar a Hamas como entidad militar y gobernante, traer a todos los rehenes a casa y asegurarse de que Gaza nunca vuelva a ser una base para el terrorismo.
En este momento, las condiciones son propicias para asegurar la liberación de un número significativo de rehenes, especialmente mujeres, niños y casos humanitarios. Este es un paso crucial y una obligación moral para Israel hacia aquellos a quienes no pudo proteger el 7 de octubre. El acuerdo también preserva el derecho de Israel a reanudar la lucha después de la tregua de 42 días y garantiza que las FDI mantengan el control sobre perímetros clave en Gaza, incluyendo la Ruta de Filadelfia, el límite oriental a lo largo de la valla (extendiéndose un kilómetro dentro de Gaza) y el perímetro norte cerca de Sderot. Este acuerdo limita la capacidad de Hamas de contrabandear armas y personal desde el Sinaí, una práctica que ha explotado durante años.
Por otro lado, Hamas sin duda aprovechará este tiempo para reorganizarse dentro de Gaza, restaurar sus mecanismos de comando y control, consolidar sus recursos y acumular suministros significativos de ayuda humanitaria, lo que generará fondos y facilitará los esfuerzos de reclutamiento. El acuerdo también renuncia a un punto crítico de presión para Israel: la prevención de que civiles palestinos regresen al norte de Gaza. La reintegración de civiles en esta área complica los esfuerzos de las FDI cuando se reanuda la lucha.
¿Qué debe ser diferente del acuerdo de Gilad Schalit?
Además, la liberación de un gran número de prisioneros permitirá a Hamas reconstruir su liderazgo, que ha sido gravemente dañado durante la guerra. La respuesta radica en la determinación inquebrantable de Israel de reanudar la lucha hasta que Hamas sea erradicado de Gaza. Esta es la única forma de asegurar el regreso de los rehenes restantes y lograr los otros objetivos de la guerra.
En el próximo mes y medio, el establecimiento de defensa de Israel debe desarrollar nuevas estrategias operativas mientras aprovecha el compromiso del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de apoyar a Israel e imponer graves consecuencias a Hamas si no liberan a todos los rehenes.
Francamente, después de la primera fase, la liberación de 33 rehenes, si Hamas no se enfrenta a amenazas efectivas y existenciales, será casi imposible persuadir a la organización de renunciar a la única carta de negociación que la mantiene viva. La clave de la victoria radica en separar a la población civil de Hamas, especialmente en lo que respecta a la distribución de ayuda humanitaria. Soluciones viables incluyen establecer zonas humanitarias bajo control israelí cerca de la frontera, donde los palestinos puedan recibir ayuda sin interferencia de Hamas. La dispersión de la población de las áreas costeras también se alinea con este objetivo, convirtiendo lo que podría parecer una desventaja en una ventaja.
Una campaña larga y compleja
Finalmente, la liberación de los rehenes es una fase crítica en una campaña prolongada cuyo objetivo final es la victoria sobre nuestros enemigos. Al igual que en cada etapa de este conflicto, existen riesgos complejos pero también oportunidades significativas. Si este acuerdo fue la decisión correcta será juzgado por la historia y por la capacidad de Israel de lograr todos sus objetivos de guerra.
El Brig. Gen. (Res.) Amir Avivi es el fundador y presidente de IDSF.